viernes, 4 de diciembre de 2009

Cambio climático: Chile busca encuentro de dos mundos

Chile, que prioriza el combate al cambio climático, podría desempeñar un papel de "bisagra" entre países desarrollados y en vías de desarrollo en la venidera Cumbre de Copenhague, confirmó la ministra Ana Lya Uriarte.

Al señalar hoy que Chile es un país en vías de desarrollo éticamente comprometido en la lucha contra el cambio climático, apuntó que los países desarrollados deben asumir su "responsabilidad histórica, comprometiendo la reducción de emisiones absolutas".

Tras insistir en el papel de
"bisagra" de facilitación de negociación, la ministra del Medio Ambiente sostuvo que Chile puede contribuir al "encuentro entre dos mundos".

Destacó el próximo ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), de países desarrollados, pero aclaró que Chile también pertenece al Grupo de los 77 más China, de países en vías de desarrollo y pobres.

En consecuencia, subrayó Uriarte, "lo mejor de los dos mundos en términos de experiencia para la negociación".

La ministra dialogó hoy con periodistas chilenos y extranjeros y fijó las posiciones de la delegación de 12 funcionarios que ella encabezará la próxima semana a la Cumbre de Copenhague.

Preguntada al respecto, comentó que el cambio climático es un tema altamente priorizado en la agenda de la presidenta Michelle Bachelet y que la posibilidad de participar personalmente en la Cumbre es "un bien muy querido".

Sin embargo, explicó -sin descartar la posibilidad de que Bachelet viaje a Copenhague- que constitucionalmente deberá obtener autorización del Congreso en un escenario distinto después de las elecciones generales del próximo día 13.

Sobre la posición de Chile, Uriarte manifestó que su país puede hacer sintonía y lograr articular acuerdos con el mundo en vías de desarrollo y utilizar un mismo lenguaje también con los países desarrollados.

Sostuvo que las alianzas de Chile "siguen estando con los países en vías de desarrollo", pero que también está "disponible a la negociación con los países desarrollados".

Más adelante, señaló como indispensable que los países desarrollados contribuyan al financiamiento de las acciones, tanto de adaptación como de mitigación de las emisiones de efecto invernadero, en los países de vías de desarrollo.

Planteó asimismo la necesidad de que dentro de las Naciones Unidas, se genere "una arquitectura que se haga cargo íntegramente del tema del cambio climático y especialmente de los temas de financiamiento".

Sobre los posibles acuerdos de la cita de Copenhague, Uriarte opinó que "el solo compromiso de los países desarrollados en orden a reducir sus emisiones no alcanzará y no será suficiente para combatir eficazmente el cambio climático".

Por lo tanto, indicó que es indispensable que los países en vías de desarrollo también asumamos, por ejemplo, las Acciones Nacionales Apropiadas de Mitigación (NAMAs), con carácter voluntario, en la medida de nuestras posibilidades.

Precisó que lo óptimo sería un acuerdo inmediato vinculante, pero sostuvo que "la realidad más bien lleva a pensar que lo que podemos obtener en Copenhague es un acuerdo políticamente vinculante".

Aclaró de inmediato que "un acuerdo políticamente vinculante no es una acuerdo de jerarquía despreciable, ni mucho menos poco significativo".

Pocos acuerdos en el mundo y en la historia de las negociaciones internacionales, insistió, van a tener más repercusión en términos de información mundial que el Acuerdo de Copenhague.

No hay otro desafío que sea más importante que el del cambio climático en este siglo XXI y probablemente en toda la historia de la Humanidad para la supervivencia de la especie y para la vida del planeta tal como la conocemos, apuntó.

Por lo tanto, será prácticamente imposible que un país comprometa una decisión, una voluntad política, relativa a la lucha contra el cambio climático, que pueda posteriormente ser cambiada, tergiversada o simplemente desconocida, opinó.

Recordó que
"lo que esta en juego es la credibilidad y seriedad de los países y, sobre todo, un principio que debe primar en las relaciones internacionales, que es el principio de la buena fe".

Todos vamos a Copenhague en la lógica de que lo que allí acordemos será lo que luego se hará, concluyó.

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