jueves, 29 de octubre de 2009

Por tercera vez en un año Chile tiene bajos índices de felicidad en ranking

Chile está en el lugar 37, según la Base Mundial de la Felicidad de la U. Erasmus de Rotterdam. Al igual que en otras mediciones, las cifras económicas son opacadas por la baja sensación de bienestar de la población, que se debería al rápido ingreso a la globalización del país, que generó incertidumbres en la seguridad, la familia y el empleo.

La última encuesta mundial de felicidad, elaborada por la U. de Rotterdam, en 148 países, vuelve a dejar a Chile fuera de los países más felices. Se ubica en el puesto 37 y bajo Colombia, Argentina, Brasil y Venezuela.

El sondeo, que compara la valoración de los ciudadanos con las expectativas de vida, indica que Costa Rica es el país con el promedio más alto en el mundo, 66,7 años felices, lo que contrasta con Chile, que logra 51,4.

No es la primera vez que nuestro país luce cifras de felicidad bajas o en la media mundial. En el último año, dos estudios más revelan que los chilenos no se sienten felices, pese al éxito económico del país.

El Informe Planeta Feliz, de New Economics Foundation, posiciona a Chile en el puesto 46, con 17 países latinoamericanos con una mejor ubicación. Y la encuesta Latinbarómetro (noviembre 2008), realizada en 18 países para medir su grado de felicidad en medio de la crisis, ubica a nuestro país en el número 10, bajo Brasil, Guatemala, Venezuela, Argentina y México.

Es lo que el informe del Banco Interamericano del Desarollo y la Encuesta Gallup (2008) llamaron la paradoja del crecimiento infeliz: los países con buenos ingresos per cápita y niveles de desarrollo lucen cifras de satisfacción menores que el de naciones más pobres. ¿Por qué?

PUNTOS EN DEUDA
Justino Gómez, director del departamento de sociología de la Universidad Católica Silva Henríquez, dice que el que Chile ocupe los primeros lugares económicos no es percibido como un logro por la gente. "El desarrollo humano está medido a través de indicadores como la longevidad, el nivel educativo y el poder adquisitivo, pero ¿es eso lo que da la felicidad?".

El rápido proceso de inserción en la globalización, indica Rodrigo Larraín, sociólogo de la Universidad Central, implicó perder certidumbres básicas. "Las personas perdieron la tranquilidad que tenían en su trabajo y entorno. No saben si pueden confiar en sus amigos, si podrán llegar a fin de mes o si lograrán ponerse de acuerdo con sus vecinos para cerrar el pasaje".

A eso se agrega que la sociedad impone metas como ser profesional y lograr estatus, pero no da a todos los medios para lograrlos, "lo que genera descontento por las desigualdades, lo que se refleja en las diferencia entre lo rural y lo urbano, y las distintas oportunidades para hombres y mujeres", explica Gómez. Además, pese que se dedican muchas horas al trabajo, hay poca productivad y "queda poco tiempo para la familia, lo que hace más infelices a las personas", indica.

Adriana Palacios, sicóloga social de la Universidad del Desarrollo, dice que en sociedades como la nuestra el éxito individual aparece como el protagonista, pero se han perdido los soportes solidarios, con la vida comunidad, que se han ido fragmentando. La vida de barrio se ha diluido, la familia se ha ido atomizando, lo que implica una sobrecarga para la familia nuclear que no soporta la necesidad afectiva de todos sus miembros", dice.

Parece paradójico que naciones con menores indicadores económicos se declaren más felices. "Pero para sentirnos mejor tenemos que tener oportunidad del ocio y compartir con los demás, y en un país que se ha dedicado a consumir y producir no queda tiempo para compartir", indica la experta.

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