lunes, 8 de febrero de 2010

Argentina: Chile nos muestra un camino

Chile, país hermano, logró consolidar políticas de Estado que perduran en el tiempo con consistencia, con reglas claras y con gran fortaleza institucional. Esta ha sido una de las claves que explican la credibilidad que despierta ante el mundo.


El proceso electoral que acaba de concluir en Chile con la consagración de Sebastián Piñera como nuevo presidente apuntala y consolida el notable modelo de desarrollo que ha logrado instalar este país hermano en los últimos 20 años. Pero es, además, un sano ejemplo a tener en cuenta por los argentinos.

Chile es hoy un país con políticas de Estado que perduran en el tiempo con consistencia, con reglas claras y con gran fortaleza institucional. Esta ha sido una de las claves que explican la credibilidad que despierta ante el mundo y el rol protagónico que ha pasado a desempeñar en nuestro espacio regional.

Los chilenos han logrado en las últimas dos décadas éxitos sin precedentes. Bajaron los índices de pobreza del 44 al 12 por ciento y tuvieron una tasa de crecimiento promedio anual del 7 por ciento, como datos salientes. También apostaron fuertemente a la integración con el mundo mediante acuerdos con Estados Unidos y China, así como con la Unión Europea y el Mercosur, entre otros.

Pero por sobre todas las cosas, Chile ha podido sintetizar su historia pasada rescatando lo mejor y alcanzando un alto grado de convivencia ideológica que le permite vivir la alternancia política como algo normal después de una transición que exigió un gran esfuerzo de todos los actores.

Ahora a Sebastián Piñera, un amigo que conozco desde hace años, le toca iniciar un nuevo capítulo que estará marcado por la continuidad y por el cambio.

Continuidad, porque nadie puede desconocer los avances logrados por las sucesivas administraciones de Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos y la actual Presidenta Michelle Bachelet. Y cambio, porque toda gestión que se extiende en el tiempo a lo largo de 20 años empieza a mostrar señales de agotamiento, de estancamiento y de burocratización.

Por eso la sociedad chilena ha definido un nuevo rumbo y depositó su confianza en un líder como Piñera que ha venido preparándose largamente para ejercer la responsabilidad de gobernar. Tanto en la actividad pública como privada ha demostrado una enorme capacidad de gestión y mucho coraje y determinación a la hora de tomar decisiones.

Esos atributos, sumados a su sólida convicción democrática, son la mejor garantía para que Chile continúe recorriendo el camino de la prosperidad.

Por supuesto, el nuevo escenario político chileno alimenta también la idea de que podamos avanzar hacia un trabajo conjunto que nos permita articular una vigorosa alianza estratégica y que proyecte hacia el futuro aquel abrazo fraterno que en el pasado unió a nuestros próceres fundadores, San Martín y O' Higgins.

Argentinos y chilenos tenemos que profundizar la relación bilateral, acelerar nuestra integración y lograr a lo largo de esta década la plena libertad para la circulación de personas, capitales, mercaderías y servicios. También tenemos un destino común de cara a la zona del Asia-Pacífico aprovechando el camino ya recorrido por los chilenos.

Nos cabe, en definitiva, la responsabilidad de asumir el gran desafío de converger hacia una verdadera "Nación de Naciones" junto a Brasil, Uruguay, Perú, Colombia y demás vecinos latinoamericanos que quieran aportar a la construcción de una región moderna y desarrollada.

Estoy seguro de que la Argentina que viene sabrá utilizar el ejemplo chileno para ponerse a la altura de las exigencias comunes que nos esperan.

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